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Quisicosas de la fuente
- ¡Hermana, y cuánta cosa en tan poco tiempo!
- Lo mismo te digo, que lo estoy viendo y no lo puedo creer; porque ya ves tú, no hace un mes y medio que empezaron y fíjate como nos han dejado la Iglesia, que más que una Iglesia parece un cuartel robado.
- Toma, pero dicen que la van a dejar más bonita.
- Déjame de tonterías, Antonia, que yo no me fío. Estoy desde que empezaron a tirar cosas que no me llega la camisa al cuerpo.
- Pues no es para tanto mujer; porque cuando ellos dicen que lo van a dejar mejor, será verdad; porque ¿qué interés van a tener ellos en destrozarlo todo para luego quedarlo peor?.
- Eso es lo que yo me digo; pero fíjate, nos tiraron el altar mayor todo abajo.
- ¡Ay! No sigas querida ahí si que te digo que vas confundida; o que hace muchos días que no entras en la Iglesia; porque lo que es el altar mayor, va a quedar como el de una Catedral.
- Eso habrá que verlo para creerlo.
- Pues ya lo puedes ver; para eso no tienes más que dejar el cántaro puesto y mientras se llena entras en la Iglesia y lo ves. Menudas escaleras han hecho allí. ¡Con decirte que ha quedado casi un metro más alto que todo el piso de la Iglesia ya te digo bastante!
- ¿De verdad?.
- ¿Cómo que de verdad? Y si es cierto lo que dicen menudo va a quedar.
- ¿Qué dicen? Tú que andas más alrededor cuéntame lo que sepas pues con eso de vivir en la Cotaína no me entero de nada.
- Pues verás. Por lo visto la mesa de altar la van a poner toda de mármol; ya ves tú con decirte que tiene que venir el señor Obispo a consagrarlo, pues según dicen lo quieren hacer perpétuo, tengo más que suficiente; luego las escaleras van también todas de mármol blanco, haciendo juego con la mesa y para que el piso no desentone, todo lo que se llama el piso del altar mayor, que por lo visto son treinta metros, eso va de baldosines de imitación a mármol; así es que fíjate como va a quedar de rebonito; que vengan ahora los valencianos a presumir que buena sorpresa les aguarda.
- Vamos, que no lo creo; eso son muchas cosas y se tiene que necesitar mucho dinero para todo eso. ¡A ver de donde lo van a sacar!.
- Que cueste mucho dinero no te lo discuto, porque yo de esas cosas no se me entienden; pero que es cierto eso sí, porque lo sé de muy buena tinta; además el Sr. Cura leyó ya el Domingo en los donativos el nombre de la señora que regala los treinta metros de piso, asi es que fíjate; y por si fuera poco ayer estuve con la mujer del Navegón y me dijo por muy cierto que su marido había estado el día anterior con los señores a Cáceres a encargar todo el mármol para el altar, que por cierto y para más señales se les rompió el coche en La Aliseda y llegaron aquí a las dos de la mañana.
- ¡Ay querida, pues sabes que con estas cosas que me estás diciendo ya me lo voy creyendo!
- Pues no creas que es esto solo. No, esto dicen que no tiene importancia en comparación con lo que quieren hacerle al Cristo Santísimo; como sea verdad lo que se oye, eso si que va a quedar una cosa bonita; bueno, cuando vengan este verano a la feria se van a quedar bizcos.
- Y... ¿qué le van a hacer al Cristo?.
- Según se oye por ahí le quieren hacer una Capilla en el sitio donde hacían los fritos en la feria.
- ¡Ah! Entonces ¿para eso es la pared nueva que han hecho junto a la sacristía?
- Para eso.
- ¿Y esos dos arcos que han hecho?
- Esa es la entrada a la Capilla. Esos arcos irán sujetos por seis columnas y de columna a columna irá una verja de hierro fundido, que será bajita y así no se le quita la vista al Cristo Santísimo.
- ¿Y donde van a poner al Cristo?
- Pues en medio de la Capilla; porque por lo visto, quieren hacerle un altar, también de mármol como el mayor y detrás unas escaleras para que la gente pueda subir a besarle el pie sin tener que pisar el altar.
- ¡Qué bonito!
- Sí; y en vez de ponerle tejado, le quieren poner una cúpula a la Capilla para que la luz le entre indirecta y así quede mucho mejor.
- ¿Y el Cristo va a estar solo en la Capilla?
- Si, quieren que esa Capilla solo sea del Cristo; a los lados del Cristo quieren poner dos ángeles grandes que lleven en las manos unos faroles eléctricos que serán los que sirvan para iluminar la imagen; pero por lo visto eso ahora no lo hacen hasta no saber lo que la gente da, porque según dicen todo importa mucho y andan escasos de dinero.
- ¿Y de donde han sacado el dinero para hacer todo lo que han hecho? Porque eso le tiene que haber costado muchos miles de duros.
- La gente dice que el Sr. Cura está muy contento con todo el pueblo y sobre todo con los obreros pues ellos solos han dado en dinero ya más de cinco mil pesetas y en peones más de noventa peonadas y el domingo pasado nos leyeron en la Misa donativos de mil y también de quinientas pesetas de algunos ricos del pueblo.
- ¡Ay!, querida: yo también tengo que llevar lo que mis fuerzas me permitan; porque yo no quiero ser vecina mostrenca, que el Cristo Santísimo todo se lo merece.
- Desde luego, si todas damos lo que podamos las obras se terminan porque como administradores si que lo son y si no date una vueltecita por la noche por aquí por la Iglesia y verás lo que es bueno.
- ¿Y qué pasa por las noches?.
- ¿No te has enterado? ¡Si lo sabe todo el pueblo! ¡Pues si eso es lo más grande de las obras!
- ¿Y qué es? . Vamos echa ya por esa boca lo que sea que me tienes en fuego vivo.
- Pues verás, cuando terminan los albañiles empiezan los peones voluntarios; aquello parece una colmena, allí se juntan más de cincuenta y dale que te pego; los hombres y los mozos con los picos, la marra, las palas y los martillos, tirando lo que no sirve y luego las muchachas con las esportillas a sacar escombros se ha dicho, y todos contentos y todos alegres, trabaja que trabaja hasta que lo quedan todo limpio; vamos que lo estas viendo y no lo quieres creer; allí no hay diferencia de ricos ni pobres; lo mismo trabaja el señor Alcalde, que el señor Cura, don Joaquín que el bueno de Cañuto; el juez de la comedia, como el mendigo, el rico Simón como el sabio Yussef, pues no te digo nada el Centurión, el mercader, los esclavos, el gran Mónico y todos los demás, da gusto ver a los muchachos trabajando, dicen que lo hacen por el Cristo Bendito y están deseando que llegue la noche para empezar.
- ¿ Y... también van hombres casados?
- Sí, mujer; allí trabajan todos; lo mismo da que uno sea carpintero, como labrador, practicante como veterinario; comerciante, como militar; todos saben poner inyecciones y aguantar los cayos en las manos que es lo interesante y no te digo nada de Fernando a ese le bajan las carnes si dura mucho tiempo la obra.
- ¡Ay! querida, me estas animando también a mi.
- Allí hay para todo el mundo; si vieras las muchachitas; no me explico como aguantan, tienen cada callo de las esportillas... ¡pero nada, se han empeñado en cambiar las telas por los escombros y allí me las tienes a todas como clavos a la hora del trabajo, vamos y que no están ahorrando dinero; eso es lo que son señoritas y lo demás es un cuento.
- Pues sabes que con estas cosas que me estas contando me has puesto revueltita.
- Y que te conste que no te he dicho más que la verdad y no te digo más porque tengo que arreglar la casa y quedar libre para la hora de los escombros, pues yo también quiero ir esta noche.
Un Peón Curioso. |
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